
Pescado a granel. Foto de Michel Meynsbrughen vía http://www.freeimages.com. Los arenques son un homenaje a Voskovec, el mercader que aparece en la película de Woody Allen «La última noche de Boris Grushenko».
Lo que me motivó para escribir sobre contabilidad fue que, después de hacer un curso universitario sobre esta materia, me di cuenta de que no comprendía bien el motivo por el que se hacían las cosas. Pero para entender el modo de funcionar de la banca moderna y del mundo financiero actual es necesario remontarse al origen de todo, que fueron los humildes cambistas de la Edad Media.
Con esta base contable recién adquirida podemos estudiar un caso ficticio que ilustra el modo de proceder del negocio del cambio de moneda. Para darle sabor e interés vamos a ambientarlo en la Génova que transita hacia la Baja Edad Media.
Índice del artículo
La República de Génova
Génova es una de las llamadas Repúblicas Marítimas italianas. Durante el siglo XI adquiere gobierno propio con la forma republicana y participa en diversas guerras (contra otras repúblicas o contra las taifas musulmanas) por el control marítimo del Mediterreáneo. La expansión militar y comercial se desarrollará en el marco de las Cruzadas entre los siglos XI y XIV.
En mi opinión, como ya comenté en otras entradas, la expansión europea se produjo por la combinación de la necesidad de obtener moneda fuerte junto con la práctica desaparición del comercio desde la caída del Imperio Romano.
Esto explica que las expediciones genovesas se dirigieran al control de las rutas comerciales mediterráneas (Sicilia y el norte de África musulmán) persiguiendo el oro que se extraía en el interior del continente y que viajaba a través del Sahara.
Los personajes
Vamos a inventarnos unos personajes ficticios, todos ellos habitantes de la Serenísima República de Génova durante el siglo XIV, para ilustrar las relaciones económicas surgidas entre comerciantes y cambistas.
Así tenemos a Agostino, el mercader de telas y a Benedetto el carpintero, aunque se considera a sí mismo como un artista de la madera. También aparecerá Cesare Montaldo, en aquel momento un simple cambista de la ciudad.
Como dato histórico real diré que los Montaldo llegarían a ser una familia muy rica y poderosa. De hecho dos de los magistrados supremos de la República (conocidos como Dux o Dogo) pertenecieron a este linaje.
En esta serie de artículos veremos cómo nuestro protagonista, el entonces joven y humilde Cesare, se ganaba la vida cerca del puerto de Génova entre arenques en salmuera y marineros sudorosos… Pero no penséis mal. Cesare era cambista. Ejercía en la famosa Piazza Banchi cambiando las monedas de ciudades lejanas por la moneda local, el conocido genovino de oro (en realidad es un ducado cequino de Génova, pero genovino es más corto).
Para mantener el negocio funcionando, Cesare necesitaba captar depósitos de moneda local entre sus conciudadanos. Por otra parte a los mercaderes les venia bien depositar dinero en el cambista porque les proporcionaba lo que hoy llamaríamos servicios bancarios básicos.
Pues bien, hoy vamos a ver cómo se representan contablemente algunas de las relaciones económicas entre mercaderes y cambistas a la luz de la contabilidad por partida doble. Como el objetivo es didáctico, vamos a emplear unos cuadros de cuentas simplificados y modernos. Espero que los lectores sepan perdonar los anacronismos que aparecen.
Presentación del caso
Empezaremos con unos ejemplos muy básicos: los libramientos u órdenes de pago al dictado. Los instrumentos de crédito de la época (cambio trayecticio) los dejaremos para otra ocasión.
Agostino necesita transportar telas para venderlas en la próxima feria de la ciudad de Troyes. Para ello va a adquirir dos cofres a Benedetto, el carpintero genovés famoso por sus elaboradas obras.
Cuando estudiamos la compraventa vimos que una transacción podía hacerse al contado, por adelantado o a crédito. Las dos primeras suponen que Agostino deba desprenderse de sus preciadas monedas de oro antes de realizar el negocio de las ventas de tela.
Con buen criterio, prefiere diferir el pago de los cofres hasta haber obtenido ingresos por las telas. Para ello necesita la inestimable colaboración de nuestro cambista favorito: Cesare Montaldo.
Agostino dejó dinero en depósito a Cesare, por lo que dispone de cuenta abierta con él. En lugar de pagar con dinero, libra una orden de pago con una fecha determinada.
Benedetto acepta como pago por sus cofres un documento por el que Agostino ordena a Cesare que le entregue los fondos indicados en la fecha convenida a cargo del dinero que dejó en depósito tiempo atrás. Este documento tiene la forma de contrato formalizado ante un notario de la ciudad para darle mayor fuerza jurídica.
Benedetto preferiría el dinero en metálico, pero en ese caso perdería la venta. Además, él también tiene cuenta abierta con Cesare con lo que el pago se facilita bastante. Finalmente, decide que la forma de pago le convence y cierra la transacción con Agostino.
Movimientos contables
Veamos cómo se plantearían estas operaciones desde el punto de vista de los tres actores. Las cantidades se expresan en moneda de génova (libras genovesas o liras para abreviar).
Apuntes del libro Diario de Agostino, el mercader de telas:
Operación | Importe debe | Cuenta | A cuenta | Importe haber |
---|---|---|---|---|
Apertura de la cuenta con el cambista | 200 | Depósito cambiario | a Caja | 200 |
Compra de dos cofres a crédito | 50 | Suministros | a Acreedores | 50 |
Vencimiento del libramiento | 50 | Acreedores | a Depósito cambiario | 50 |
Primero Agostino entrega en depósito sus monedas a Cesare y después compra a crédito, saldando finalmente su deuda con Benedetto contra el depósito. Por tanto, le quedarán en depósito 150 liras.
Apuntes del libro Diario de Benedetto, el carpintero:
Operación | Importe debe | Cuenta | A Cuenta | Importe haber |
---|---|---|---|---|
Apertura de la cuenta con el cambista | 175 | Depósito cambiario | a Caja | 175 |
Venta de dos cofres a crédito | 50 | Clientes y otros deudores | a Venta de mercaderías | 50 |
Vencimiento del libramiento | 50 | Depósito cambiario | a Clientes y otros deudores | 50 |
En este caso Benedetto también constituye un depósito cambiario con Cesare y después realiza la venta a crédito. Cuando cobra la venta se anota el ingreso en el depósito.
Apuntes del libro Diario de Cesare, el cambista:
Operación | Debe | Cuenta | A Cuenta | Haber |
---|---|---|---|---|
Apertura del depósito con Agostino | 200 | Caja | a Depósito de Agostino | 200 |
Apertura del depósito con Benedetto | 175 | Caja | a Depósito de Benedetto | 175 |
Vencimiento del libramiento de Agostino a Benedetto | 50 | Depósito de Agostino | a Depósito de Benedetto | 50 |
El libro Mayor de Cesare tendría este aspecto:
Caja de Cesare | Debe | Haber |
---|---|---|
Apertura del depósito de Agostino | 200 | |
Apertura del depósito de de Benedetto | 175 | |
SALDO EN LA CAJA DE CESARE | 375 |
Al final de la operación Cesare tiene en caja 375 liras.
Cuenta de Agostino | Debe | Haber |
---|---|---|
Apertura del depósito de Agostino | 200 | |
Libramiento del pago a Benedetto | 50 | |
SALDO | 150 |
Agostino tiene un derecho de cobro de hasta 150 liras sobre Cesare. Por tanto esta cuenta es para Cesare un pasivo, mientras que para Agostino es un activo.
Cuenta de Benedetto | Debe | Haber |
---|---|---|
Apertura del depósito de Benedetto | 175 | |
Libramiento del pago a Benedetto | 50 | |
SALDO | 225 |
Y, de forma equivalente, Benedetto tiene un derecho de cobro de hasta 225 liras sobre Cesare.
Moraleja de la historia
Al final, se ha realizado una operación comercial con intercambio de mercancías pero sin intercambio de dinero físico. En realidad, tan sólo ha habido un apunte contable moviendo un saldo de una cuenta a otra.
Podríamos haber realizado los pagos a la manera usual con una transacción de dinero físico (como hacen todos los manuales de contabilidad, por otra parte). Pero nos hubiéramos perdido la parte del cambista que es la más interesante.
¿Y quién se queda con el oro? Pues nuestro Cesare que lo tiene en depósito. O, al menos, eso es lo que piensan ambos mercaderes.
Con estas operaciones Agostino y Benedetto consiguen un gran beneficio, puesto que han podido realizar sus negocios sin necesidad de mover capital físico. De hecho, el primero ha realizado una compra a crédito.
Pero nuestro Cesare no ha tenido tanta suerte. El dinero de la caja no es suyo, y no obtiene nada de esta operación… A este paso nunca dejará de oler a arenque y sudor de marinero.
Sin embargo, como es un tipo listo, se da cuenta de que el dinero sigue en su poder… Y que ha mediado en un crédito sin que esto tenga efecto en su caja… Y que normalmente los depositantes no acuden todos a la vez a cancelar sus depósitos…
Pensando en cómo sacar partido de todas estas cosas, apaga la luz del candil y se da la vuelta en su humilde camastro soñando con alejarse algún día del hedor a arenque en salmuera. Pero eso será una historia que contaremos otro día.
[…] empezado a estudiar el origen de la banca medieval a partir de los cambios de moneda. Ahora continuaremos examinando con más detalle el modelo de negocio de los cambistas […]