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El vasallaje era una relación jurídico-política entre dos miembros de la nobleza con diferente rango, en el que ambas partes adquirían compromisos y obligaciones, que de no cumplirse daban lugar al delito de felonía. El vasallaje fundamentaba el orden político de la sociedad feudal.
El feudo, en cambio, era una unidad económica en la que predominaban unas relaciones jurídicas desiguales entre nobles (laicos o eclesiásticos) y miembros del tercer estamento no privilegiado de forma que los primeros proporcionaban protección a cambio del trabajo y sumisión de los segundos.
Finalmente, el estamento era el fundamento del orden social. Un estamento o estado es un estrato social formado por gentes con un estilo de vida común (o también podría decirse función social análoga). Los estamentos feudales son, como es bien sabido, la nobleza, el clero y el «tercer estado» o pueblo llano. Los dos primeros son privilegiados y superiores al tercero. Los criterios de encuadramiento de una persona en su estamento correspondiente suelen ser por circunstancias de nacimiento (familia, primogenitura o sexo). No es correcto asimilar el concepto de estamento a clase social porque esta última emplea criterios relativos a las relaciones económicas de producción.
Tampoco sería correcto asimilarlo al concepto de casta, ya que los estamentos no están absolutamente cerrados. De hecho, existe la posibilidad de promoción social por méritos extraordinarios (ennoblecimiento a cargo del rey por servicios militares), o por compra de títulos a cambio de dinero. Un matrimonio desigual podia hacer perder la posición social. Y el reclutamiento eclesiástico, que se justifica espiritualmente con la vocación divina, permitía a gentes de los estamentos restantes acceder al clero.
El vasallaje
El vasallaje era un pacto o juramento entre dos miembros de la nobleza de distinta categoría. El caballero de menor rango se convertía en vasallo del noble más poderoso, que se convertía en su señor. El pacto se formalizaba en una ceremonia ritual que tenía lugar en la torre del homenaje del castillo del señor y que constaba de dos partes.
La primera, el Homenaje, consistía en el reconocimiento del vasallo de haberse convertido en un hombre de su señor. Tal compromiso le obligaba a proporcionar auxilium et consilium al señor. Esto es, el vasallo debía prestar apoyo militar y apoyo político al noble de mayor rango cuando le fuera requerido. Frecuentemente, además de estas obligaciones, el vasallo entregaba al señor parte de la renta generada en el feudo.
En la segunda parte de la ceremonia se producía la Investidura, por la que el señor hacía entrega al vasallo del beneficium que consistía en cargos, honores, tierras (feudos), bienes materiales o un simple sueldo. Dependiendo de la categoría del vasallo y del señor las tierras y cargos podían ser un condado, un ducado, una marca, un castillo o una población. Si el señorío era eclesiástico, la dotación podía ser incluso un monasterio.
El régimen jurídico de entrega es, por lo general, un usufructo vitalicio por lo que el juramento de vasallaje será de por vida. El señor tenía derecho a revocar el feudo a su vasallo si éste no cumplía entregando las tropas en caso de guerra, o se mostraba desleal con su señor. En estos casos se cometía el delit de felonía, algo muy grave en el sistema feudal puesto que el caballero felón pasaba a ser considerado un mal vasallo y una persona de la que desconfiar.
Con el tiempo, estas relaciones personales se transformaron en familiares de forma que los feudos podían herdarse siempre que los herederos renovaran sus votos con el señor. De este modo, en la práctica, los feudos vitalicios y hereditarios pasaron a integrar el patrimonio de las familias nobles. Y ello a pesar de que, en teoría, el señor tenía la capacidad de retirar el feudo a su vasallo.
El vasallaje formaba una estructura piramidal, ya que el vasallo se podía convertir en señor de otros vasallos.
La obligación primordial del vasallo era cumplir con los deberes militares, sobre todo la defensa del señor y sus bienes, pero también la defensa del propio feudo. Una obligación pareja era aportar una parte mínima de los tributos recaudados en el feudo al señor para engrandecer sus propiedades.
En la práctica, los señores feudales no tenían dueño, ni estaban sometidos a poder político alguno. Era frecuente que los caballeros luchasen al servicio de un noble un día, y cambiasen al siguiente. Su deber real era para con el señor que tuviese un ejército más grande y poderoso.
El feudo
Durante la ceremonia de vasallaje, cuando el caballero era investido, el señor le hacía entrega de un feudo como beneficium. Ese momento se conocía como commendatio o encomienda.
La encomienda eran unos pactos desiguales (ya que se formalizaban entre privilegiados y no privilegiados) entre el vasallo, que pasaba a ser el nuevo señor del territorio, y los campesinos u otros miembros del pueblo llano no privilegiado. Estos pactos también se conocían como patrocinio y podían ritualizarse en otra ceremonia, dando lugar o no a un documento.
Se denomina encomienda porque el señor estaba obligado a dar protección a las gentes del feudo y a mantener allí el orden y la justicia. A cambio de estas prestaciones, las gentes debían retribuir al noble en especie, con servicios presonales en forma de trabajo o mediante una renta.
Junto con el feudo, el vasallo recibe a los siervos, que son campesino ligados a la tierra. En ese sentido, el territorio del feudo se dividía en dos grupos: la reserva señorial y los mansos. Los mansos eran los terrenos que los siervos cultivaban para procurarse su propio sustento. La reserva señorial era el territorio que los siervos trabajaban para el señor obligatoriamente. Este último trabajo podía ser sustituido por el pago de una renta (en especie o en dinero, aunque éste era de circulación muy escasa en la alta Edad Media).
El señor feudal, en cumplimiento de su obligación de mantenimiento del orden, recibía la jurisdicción civil y criminal, lo que le convertía en el gobernante del territorio. Esto le permitía la obtención de los excedentes productivos de los campesinos de otras formas muy variadas. Por ejemplo, los bosques y la caza, los caminos y puentes, los molinos, las tabernas y tiendas se explotaban en régimen de monopolio señorial. Así, el señor podía imponer tasas por su utilización. También podía ejercer el ius prime noctis o derecho de pernada, pero sustituyéndolo por un pago en metálico, con lo que se convierte de facto en un impuesto sobre los matrimonios.
De este modo, el feudo, se concibió como un modo de que los estamentos privilegiados obtuviesen el excedente del trabajo del campesinado en forma de renta. Tal renta podía extraerse en forma de prestaciones de trabajo que el siervo tenía que cumplir en la reserva señorial, también en forma de especie como porcentajes sobre la cosecha (como el diezmo de la Iglesia) o en dinero en metálico.
Otros mecanismos para apropiarse de las rentas eran los impuestos, las cargas feudales o los derechos señoriales. DE este modo, si a causa del incremento de la productividad del campo o de la actividad comercial, se producía algún excedente entonces el señor situaba un derecho de paso, pontazgo, portazgo, monopolio señorial de molino, tienda, taberna, roturación, utilización de bosques, montes, prados, dehesas, ríos, caza…, o cualquier otro invento que fuera capaz de recaudar.
La justificación para el cobro no era el libre mercado o la propiedad de la tierra, sino un motivo de naturaleza ideológica: el del la posición dominante de los estamentos nobiliario y eclesiástico sobre el pueblo llano (o tercer estamento) por ser este el orden social perfecto.
La renta así obtenida era atesorada o consumida en forma de gasto militar y suntuario de la nobleza. De este modo se estableció un mecanismo de redistribución de renta hacia los artesanos y mercaderes urbanos. Esto permitió el nacimiento de una burguesía urbana y un capitalismo incipiente durante la Baja Edad Media.
El estamento
Durante la Edad Media se consideró que la sociedad dividida en oratores, bellatores et laboratores era el orden perfecto. Estos tres estados fueron la consecuencia del fin del esclavismo y de la caída del Imperio Romano.
Los señores feudales eran continuación de las líneas clientelares de los condes carolingios, y algunos podían remontarse a los latifundistas romanos o los séquitos germanos, mientras que el campesinado provenía de los antiguos esclavos o colonos, o de campesinos libres que se vieron forzados a encomendarse, recibiendo a veces una parte de sus antiguas tierras propias en forma de manso concedido por el señor. El noble lo era generalmente por nacimiento, aunque en ocasiones podía ser la consecuencia de una victoriosa carrera en el ejército al servicio del rey.
El siervo heredaba su condición y su sujeción a la tierra, y rara vez tenía oportunidad de ascender socialmente, como no fuera por fuga a una ciudad (al cabo de un año y un día de vivir en la ciudad se convertía en hombre libre) o por un hecho todavía más extraordinario: su ennoblecimiento por un destacado hecho de armas o servicio al rey. Lo mismo puede decirse de los villanos, los artesanos y los mercaderes, que podían acumular fortuna pero no alterar su origen humilde.
El clero, por su parte, era reclutado por cooptación, con un acceso distinto según el origen social: asegurado para los segundones de las casas nobles y restringido a los niveles inferiores del bajo clero para los del pueblo llano. No obstante, el ascenso en la jerarquía eclesiástica estaba abierto (al menos, más que en la nobleza) al mérito intelectual.
Todo esto le daba al sistema feudal una extraordinaria estabilidad y flexibilidad ya que había un lugar para cada hombre, y cada hombre ocupaba su lugar.
Referencias:
- El feudalismo.
- La Edad Media.
- La renta feudal.
- El régimen de servidumbre.
[…] sistema socio-económico feudal se basa en tres pilares fundamentales. El eje político se articula mediante la institución del […]