El hecho de que sea un estamento no privilegiado no significa que sean, necesariamente, pobres. Algunos granjeros, ganaderos y comerciantes habían hecho fortuna. Sin embargo, el dinero no cambiaba su condición social a no ser que comprasen un título nobiliario. Lo que era muy frecuente.
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Los siervos de la gleba
El origen de la servidumbre se remonta a los últimos años del Imperio romano. Debido a la guerra y la inseguridad reinante durante el siglo III, muchos esclavos libertos abandonaron o vendieron sus tierras, y la propiedad de ésta recayó en propietarios que, juntando muchas, las convirtieron en latifundios.
Los propietarios no explotaban la tierra directamente, sino que establecieron un sistema de arrendamientos. Los arrendatarios, coloni en latín (de ahí deriva la palabra colonos), cultivaban en estas tierras una parcela para su propia subsistencia, pagando un alquiler, y además debían trabajar sin cobrar en los campos privados del terrateniente para la siembra y para la cosecha. Tal sistema se afianzó con el fin de la esclavitud.
El régimen de servidumbre también era una forma de protección miliar, ya que los campesinos libres, en pago a la seguridad offrecida por el ejército del patricio, aceptaban someterse a él a cambio de su trabajo o productos agrícolas como forma de retribución.
Con el deterioro de la economía romana, los colonos fueron incapaces de pagar las rentas a los propietarios. El problema fue de tal magnitud que en el año 322, el Emperador Constantino estableció mediante un edicto imperial las características de lo que sería en el futuro el régimen de servidumbre.
La persona del colono no estaba sometida al dueño de la tierra: podía casarse y adquirir bienes, pero para enajenarlos necesitaba el consentimiento del propietario, ya que con ellos garantizaba el pago anual que se debía efectuar. Tampoco podía ejercer ningún cargo público Por otro lado, cuando el propietario vendía el terreno, éste era transferido con todo lo que en él hubiese, incluyendo a los colonos que allí habitaran. La condición del colono era hereditaria y solo podía finalizar mediante una autorización del propio terrateniente o bien por un orden superior.
En contrapartida, el propietario no podía desahuciar a sus colonos ni incrementar arbitrariamente sus alquileres y deberes tradicionales. Además, dentro de la colonia eran hombres libres. De esta manera el colono tenía algo seguro a pesar de su limitada existencia y de carecer de libertad plena.
Más tarde, durante la Edad Media, a partir del siglo V, el colonato toma el nombre de servidumbre y adquiere algunos matices diferentes. En el régimen feudal la propiedad de la tierra es un concepto confuso ya que siervos y señores están vinculados de alguna forma al feudo. Este tema lo trataremos más adelante cuando hablemos del problema de la propiedad de la tierra en la Edad MEdia.
El siervo quedará ligado a la tierra del mismo modo que el colono, de forma que cuando el feudo se transfiere (por sucesión, casamiento o guerra) lo hace también con los siervos que en él viven. De ahí que tomen el nombre de siervos de la gleba (la gleba es el conjnto de tierras cultivables).
Los siervos estarán sometidos a la autoridad política, judicial y fiscal del señor feudal. Y, a diferencia de los colonos, tendrán que prestar servicios militares (además de trabajar sus tierras). Los siervos tampoco podran comprar o vender bienes raíces, y no podrán abandonar el feudo sin el permiso del señor.
Los villanos
En época romana una villae (villa) era un asentamiento rural formado por un edificio residencial principal y otra serie de edificios secundarios. Constituía el centro desde el que se administraban las grandes explotaciones agrícolas.
En la Edad Media, el significado de villa cambió. Las unidades de explotación rural cambiaron el nombre de villae por el de locus (lugar o aldea). También, como ya vimos en otro momento, algunas antiguas villas rústicas romanas pasaron a tener una función religiosa, por lo que muchas de ellas se transformaron en parroquias. Así, las aldeas (o lugares) y las parroquias se constituyeron en núcleos de población dispersos.
Por contraste, las villas urbanas romanas, que eran las residencias de los patricios, estuvieron mejor defendidas y pudieron conservar la población. Se convirtieron así en núcleos urbanos agrupados. Durante la Edad Media cambió la denominación. Una villa era un nucleo urbano que disponía de jurisdicción civil y criminal propia.
Las villas estaban dotadas de castillos o fortalezas y estaban provistas de murallas. También extendían su jurisdicción por el terreno colindante, que podía ser muy extenso y que se denominaba alfoz. Las villas que crecieron mucho en población o adquirieron una importáncia estratégica por su situación se convirtieron en ciudades, para lo que era necesaria la autorización del rey.
Los habitantes eran, en su gran mayoría, campesinos que podían ser siervos de los señores feudales o bien hombres libres. Lo habitual es que los campesinos libres viviesen en las villas por lo que se les conoce con el nombre de villanos. Así, los habitantes de burgos, villas y aldeas se denominaban burgueses, villanos y aldeanos respectivamente. Los villanos, a diferencia de los siervos, eran hombres libres por lo que podían abandonar el feudo o la villa libremente.
Los artesanos también formaban parte del pueblo llano, aunque eran más escasos que los campesinos. Aquellos de menor especialización solían vivir en las aldeas y compartían junto con los campesinos las tareas agrícolas. Los artesanos de mayor especialización en productos demandados por las clases altas, como los orfebres, joyeros, tejedores, tintoreros o sastres), se agrupaban en los núcleos urbanos más grandes (villas y ciudades).
Los oficios de la construcción (cantería, albañilería, carpintería) y las profesiones de maestro de obras y arquitecto son una notable excepción. Por la naturaleza de su trabajo estaban obligados al desplazamiento al lugar donde se constría el edificio, así que se transformaron en un gremio nómada que se desplazaba por los caminos de europa.
En cualquier caso, la autosuficiencia de feudos y monasterios junto con la dificultad de las comunicaciones y el tráfico durante la Alta Edad Media, limitaron el mercado de los artesanos y, por tanto, la capacidad de crecimiento de las villas y ciudades.
Los burgueses
El término burgo, durante la época romana, designaba a pequeñas torres o puestos fortificados. A lo largo de la Alta Edad Media pasó a referirse a un castillo construido por un señor feudal con fines puramente militares, como avanzadillas o puestos de vigilancia fronteriza.
Solían ubicarse en posiciones estratégicas de fácil defensa, como alturas, cruces de caminos, vados de ríos o valles en pasos de montaña. Por extensión, el nombre de burgo, comenzó a aplicarse a las poblaciones que se desarrollaban en torno a estas construcciones.
En la Baja Edad Media también se aplicó el nombre de burgo a los barrios que crecían fuera de las murallas de ciudades preexistentes. En este sentido equivalente a los arrabales de las medinas musulmanas.
Los habitantes de los burgos, los llamados burgueses, solían ser hombres libres. En ellos se concentraban los comerciante, mercaderes y artesanos de elevada especialización. Sobre todo aquellos que satisfacían la demanda de las clases altas, como sastres, joyeros y orfebres.
Muchas veces se dice que los burgos eran como islas de libertad en medio de un mar feudal. Sin embargo no estoy de acuerdo con esta interpretación. La dependencia política de las ciudades era muy muy, pero que muy variable. Las había bajo jurisdicción eclesiástica, como Magdeburgo, gobernada por un príncipe-arzobispo, que era elector del Sacro Imperio Romano. Las había bajo jurisdicción real, directa o a través de representantes. Las había libres, entiéndase libres como dependientes de un señorío colectivo. Y las había de jurisdicción cambiante, como las behetrías.
Por otra parte, las ciudades explotaban los terrenos de alrededor (lo que se conoce como territorio de alfoz) al modo feudal clásico. Y las leyes urbanas podían ser más duras que las del campo. La llamada pax urbana implicaba una gran rigidez en la aplicación de la justicia, que mantenía los caminos y las puertas de entrada flanqueados con cadáveres de ajusticiados y un severo toque de queda, con cierre de puertas al anochecer y rondas de vigilancia. Además las normas gremiales impedían la libertad de económica de los artesanos dentro de las murallas de la ciudad.
Por si fuera poco, también habían grandes diferencias sociales dentro de ellas. El comercio había propiciado la aparición de una nueva clase de burgueses ricos, que formó una especie de patriciado urbano, y de una plebe urbana pobre que originó conflictos parecidos a los del mundo feudal rural.
Las ciudades, burgos y villas en sentido amplio, eran tan feudales como los castillos de los nobles. La diferencia, quizás, estriba en que en ellas había una mayor proporción de hombes libres dedicados al comercio, lo que implica que eran unidades económicas que necesitaban abrirse y conectarse con otras unidades económicas más lejanas para prosperar. En cambio los feudos eran unidades económicas de ámbito local que tendían a la autosuficiencia.
Por ello, los burgueses siempre intentaron presionar al poder político (imperio, papado, reyes, nobleza local o diócesis episcopal) del que dependiera su jurisdicción para que se les facilitara la apertura económica y se homogeneizara la administración de justicia. En este sentido solían pedir la reducción de tributos de carácter arancelario, la libertad de paso para el comercio y la igualdad de las normas en los diferentes territorios.
Como resultado, aquellas ciudades que abrían las puertas al comercio y a una mayor libertad de circulación, veían incrementar la riqueza y prosperidad de sus habitantes; y las del señor de forma indirecta. Como consecuencia, empezaron a producirse alianzas entre señores no tanto para la guerra sino para permitir el desarrollo económico de sus territorios.
A pesar de todo, este naciente orden económico basado en el comercio hizo que surgiesen instituciones sociales nuevas y/o renovadas, por ejemplo, la banca, los cambistas y la contabilidad. El caso paradigmático lo constituyen los gremios (ligas, corporaciones, cofradías, o artes, según el lugar geográfico de que se trate).
Referencias:
- La Edad Media.
- La villa romana.
- La villa como población.
- El colonato.
- El burgo.
- Los gremios.
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