Algunas de las reflexiones (en particular el hilo conductor del relato) las he encontrado en «La espiral de la energía» de Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes. Un libro que merece la pena adquirir y leer.
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El principio del principio
Todo empezó con las primitivas sociedades de cazadores-recolectores. El ser humano se procuraba el sustento mediante el forrajeo en el entorno natural. Si una persona obtenía más comida de la necesaria para subsistir, o fabricaba una herramienta de piedra más de la que le hacía falta, entonces obtenía un excedente que podía intercambiar por otros bienes con otros congéneres que poseían también excedentes.
Justamente este es el mecanismo básico del comercio denominado trueque. Consiste en el intercambio directo de una mercancía M por otra M’. Esquemáticamente se representa como M-M’.
El problema que tiene el trueque reside en la dificultad de asignar valor a las mercancías ya que son juicios muy subjetivos nada estandarizables, lo que complica los tratos. Otra dificultad consiste en la necesidad de reunir físicamente, en el mismo lugar, a los participantes en el trueque y los bienes intercambiados.
Dinero-mercancía
La evolución lógica de este sistema consistió en el empleo de otra mercancía que hiciese de intermediaria en el trueque. La idea era comparar el valor de M y M’ con la mercancía intermediaria para facilitar el proceso de valoración. Estos bienes intermediarios se conocen de forma genérica como dinero-mercancía.
El dinero-mercancía suele ser un bien consumible, que tiene valor por sí mismo y que es obtenido con facilidad por la comunidad (es abundante). En la antigüedad se emplearon como intermediarios productos como la sal, los granos de cacao, las pieles o el ganado. Esquemáticamente estos intercambios se representan como M-m-M’, donde «m» es la mercancía intermediaria.
Las ventajas de utilizar mercancías intermediarias son evidentes. Por un lado me permite diferir los intercambios. Si quiero una cacerola y tengo toneles de sobra no hará falta que coincida con un señor que, casualmente, le sobre una cacerola y que necesite mis toneles. Gracias al dinero-mercancía, el intercambio se hará en dos partes: primero conseguiré sal a cambio de mis toneles y después cambiaré la sal por la cacerola. La sal será, en este caso, un medio de intercambio y una unidad de cuenta.
No obstante, estas mercancías intermediarias no podían emplearse como reserva de valor ya que solían ser productos perecederos. Por ello, quizás, algún comerciante avispado pensó que se podía emplear una mercancía no perecedera, fácilmente acumulable y que fuera divisible. Por ejemplo, los metales preciosos (oro, plata y cobre) acuñados en forma de monedas.
Así pues, las monedas de oro, plata y cobre se convirtieron en otra forma conveniente de dinero-mercancía que representaremos como D. Nótese que es dinero-mercancía porque el metal precioso tiene valor en sí mismo.
En el capítulo 3.4 de «la espiral de la energía» se cita que, desde el año 3500 a.C se utiliza el dinero-mercancia; y que a partir del año 2500 a.C., en Mesopotamia, se empieza a utilizar un dinero-mercancía acumulable: la plata.
Dinero-crédito
La utilización del pago a crédito con tablillas es una práctica documentada también en Mesopotamia. En estas tablillas se consignaban las obligaciones de pago a futuros y circulaban como dinero puesto que se aceptaban en los intercambios comerciales. Se trata pues de dinero-crédito.
El dinero crediticio es aquel que se basa en un contravalor. En el caso que hemos visto, el contravalor es una deuda que pasa de mano en mano como medio de pago. Por ejemplo, A tiene una deuda con B y B utiliza esa deuda para pagar a C. Otro ejemplo serían los billetes de banco respaldados por oro. Yo utilizo uno de estos billetes para pagar una deuda porque mi deudor puede ir al banco central y canjearlos por oro.
Como este tipo de dinero posee un bien que respalda el valor es equivalente al dinero-mercancía. A pesar de esto, para que funcione necesita una dosis de confianza (crédito deriva del latín credere, que significa creer).
Aunque no lo he mencionado, en Mesopotamia, el crédito funcionaba con intereses necesitando cada cierto tiempo un jubileo de deuda (el perdón de las deudas). Sin embargo, en Egipto no era así. Allí los préstamos se hacían sin intereses.
Dinero-fiduciario
El dinero-fiat o fiduciario es completamente simbólico ya que no hay ningún tipo de respaldo físico detrás. Todas las divisas actuales son fiduciarias puesto que no tienen ningún contravalor en las arcas de los bancos centrales que respalden el dinero en circulación.
Este dinero simbólico tiene su origen en el dinero-mercancía. El Estado necesitó cada vez más dinero para afrontar sus gastos militares y también el incremento de la actividad comercial requirió más dinero en circulación. Lógicamente la cantidad total de dinero-mercancía que puede existir equivale a todo el metal precioso que pueda ser acuñado en monedas. Por tanto, la cantidad de dinero que el Estado puede emitir está directamente relacionado con la cantidad de oro y plata que pueda apropiarse. Existe, por tanto, un límite físico a la cantidad de dinero en circulación.
Pero el Estado posee el monopolio de la emisión de dinero en un territorio y nada le impide disminuir la cantidad de metal en las monedas. Así obtenemos una moneda cuyo valor nominal (el acuñado en ella) no se corresponde exactamente con el metal que contiene. Se trata de un híbrido entre el dinero-mercancía, cuyo valor depende del metal que posee, y el dinero-fiduciario, cuyo valor tiene un componente de fe. De hecho, se denomina fiat porque se confía en que será aceptado como medio de pago por el monto que está impreso en la moneda; y desde este punto de vista es fiduciario.
El derecho de señoreaje es la diferencia entre el valor real de la moneda (lo que cuesta emitirla) y el valor nominal que ésta tiene en el mercado. Al principio, las monedas se emitían sin derecho de señoreaje. Es decir, se emitían con metal puro y su valor equivalía al del metal. Se trataba de dinero-mercancía. Con el tiempo, se fue bajando el contenido en metal precioso de las monedas, mediante aleaciones o disminuyendo la cantidad de metal, pero conservando el valor nominal impreso. Así, de forma gradual, se desarrolló el dinero fiduciario.
Este tipo de dinero implica un consenso social garantizado por el Estado ya que todos aceptamos que el valor de la moneda es el de la cantidad estampada en ella, más allá del valor del metal con el que está acuñada. El caso extremo lo constituye el papel-moneda, unos billetes con un valor nominal impreso que está garantizado por el Estado; y sirve incluso para pagar impuestos. Este paso se dio en la China de la dinastía Song en el año 1023 d.C.
Conclusiones
La aparición de nuevas formas de dinero trajeron unos cambios sociales a largo plazo muy relevantes en la historia de la Humanidad.
El dinero, debido a su estandarización y perdurabilidad, se convirtió en el intermediario comercial por excelencia, desplazando completamente al trueque. Como efecto colateral se produjo un gran incremento del comercio, ya que no era necesario establecer relaciones de confianza como paso previo para cerrar acuerdos comerciales. Aunque la confianza es un aspecto que el dinero-crédito sí que exige.
Todo asentamiento humano de cierta importancia ha tenido un lugar, normalmente una plaza, dedicada al mercado. Los mercados primitivos se constituían en el emplazamiento dedicado al pago de tributos y al trueque. Con la aparición del dinero los mercados se fueron convirtiendo en lugares dedicados principalmente al comercio.
El dinero acuñado con metales preciosos se convirtió en reserva y depósito de valor. Es decir, las ganancias obtenidas con el comercio podían transportarse con facilidad y acumularse en lugar seguro. En paralelo, la capacidad del dinero de servir como unidad de cuenta, permitió medir el trabajo de las personas y asignarle un valor monetario mediante el salario. De este modo, el trabajo se convirtió en una mercancía mas que se podía comprar y vender en el mercado del trabajo.
Por otra parte, la combinación de la capacidad de «monetizar» el trabajo y la posibilidad de acumular el dinero permitió el nacimiento del capital (en el sentido dado por Adam Smith).
Para finalizar, el dinero acentuó las desigualdades de la población. Como hemos visto, el dinero-mercancía constituido por conchas o semillas era abundante y fácil de conseguir por todo el mundo. Con el empleo de metales preciosos el dinero se convirtió en algo escaso y de difícil acceso para la población en general.
Otro factor que hizo aumentar las desigualdades fue la creación de dos tipos de monedas: las fuertes de alto contenido en oro y plata, reservadas el comercio y la acumulación de las élites; y las débiles basadas en metales como el cobre, que usó la mayoría de la población y que se fue devaluando con el tiempo, lo que supuso una pérdida de poder adquisitivo de las clases populares frente a las élites.
[…] el post anterior hablamos de los diferentes tipos de dinero (mercancia y fiduciario) y esbozamos un poco cómo se […]