El incremento del comercio tendría una importancia capital en la decadencia de la Edad Media y su sustitución por el sistema económico que regiría el mundo hasta la actualidad.
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Índice del artículo
Los gremios
Los gremios o corporaciones eran asociaciones económicas que agrupaban a los artesanos de un mismo oficio que tenían como objetivo conseguir un equilibrio entre la demanda de productos y el número de talleres activos, garantizando el trabajo a sus asociados, su bienestar económico y los sistemas de aprendizaje.
El funcionamiento interno de los talleres gremiales implicaba un periodo de formación de varios años del aprendiz a cargo de un maestro (el dueño del taller). Cuando el aprendiz demostraba que conocía el oficio era ascendido a la condición de oficial. Esta relación era, en realidad, un trabajo por cuenta ajena ya que el oficial hacía las veces de empleado del «empresario», que era el maestro. El maestro poseía los medios de producción y organizaba la actividad del taller. Tal relación económica, la de trabajador asalariado, era una condición muy alejada del mundo feudal.
El trabajador asalariado equivalente en el campo feudal sería el jornalero, un campesino libre que no disponía de tierras propias ni concedidas por el señor. El campesino realizaba las llamadas sernas en el las tierras de la reserva señorial. Una serna vendría a ser una jornada de trabajo, de ahí el nombre de jornalero. Esta figura no se impondría hasta la Edad Moderna, y sólo en Europa Occidental (excluyendo el sur de las penínsulas ibérica e italiana).
La asociación de los talleres en los gremios, funcionaba de manera completamente contraria al mercado libre capitalista: se procuraba evitar todo rasgo posible de competencia fijando los precios, las calidades, los horarios y condiciones de trabajo, e incluso las calles donde podían radicarse (jeje, esto recuerda a las prácticas de los modernos Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España).
La apertura de nuevos talleres y el paso del rango de oficial al de maestro estaban muy restringidos, de modo que en la práctica se incentivaban las herencias y los enlaces matrimoniales endogámicos dentro del gremio. El objetivo era conseguir la supervivencia de todos, no el éxito del mejor.
Las profesiones urbanas y los judíos
A raíz de la ocupación romana de Palestina y, sobre todo, de la persecución religiosa de los emperadores romanos cristianos, la comunidad judía ha tenido presencia en prácticamente todos los núcleos urbanos de cierta importancia comercial de Europa y Norte de África.
La religión judáica siempre fue considerada por el cristianismo como una competidora en el «mercado de las religiones». Por ello, en la Europa cristiana, fue primero mal tolerada y después perseguida con mayor o menor intensidad. Esto limitó el abanico de profesiones a las que los judíos podían acceder.
Las más representativas eran de carácter urbano y relacionadas con conocimientos especializados. Por ejemplo la de trujamán (también trujimán, turguman o dragomán), que es un tipo de intérprete de lenguas especializado en transacciones comerciales. Otra de las profesiones indispensables era la Medicina, hasta el punto que era inusitado encontrar un médico de la casa real que no fuera judío.
El judío, además, se especializó en profesiones relacionadas con el gobierno económico del feudo, la ciudad o el reino. Este fue un arreglo conveniente ya que, recordemos, el monopolio de la cultura pertenecía al estamento religioso nada amante de la contabilidad. Así, los judíos ejercieron de encargados de la recaudación de tributos para el rey, los nobles y los prelados.
También, relacionado con el comercio a larga distancia ente ciudades, es popular entre los judíos la profesión de cambista. Los cambistas se dedican al pesaje de monedas para establecer el cambio entre las diferentes divisas o monedas exranjeras y seleccionar aquellas que pueden seguir en circulación y las que deben ser fundidas de nuevo. Por supuesto, la profesión más conocida del colectivo judío, que trataremos enseguida, siempre ha sido la de prestamista. Prestamistas y cambistas fueron el origen de la banca.
Ya desde la antigua Mesopotamia la usura había sido prohibida por las principales religiones: islam, cristiandad y judaísmo. Esto limitó la expansión de los préstamos y el crédito. Sin embargo, el préstamo en sí mismo era necesario tanto para impulsar la actividad comercial como financiar la militar de los gobernantes. Por ello se reinterpretó la ususra de forma sutil: sólo podía haber usura entre miembros de la misma religión. Así, quedaba legitimado el préstamo con interés de un judío a un cristiano. De este modo, los prestamistas judíos encontraron un espacio central en el desarrollo del comercio europeo.
El comercio terrestre. Las ferias
Ya se ha comentado anteriormente que, debido a la inseguridad de los caminos y a la autarquía de los feudos, el comercio en Europa quedó severamente restringido a los buhoneros que iban de aldea en aldea y a los gremios de cosntructores. Los escasos aventureros que se atrevían a hacer viajes más largos eran los navegantes mercaderes, poco habituales antes del año 1000.
No será hasta el siglo XIV cuando se creen rutas terrestres estables que recorrían Europa de norte a sur, más o menos seguras y muy, muy lentas (a la velocidad de una yunta de bueyes). Esto permitió institucionalizar las llamadas ferias.
Una feria consistía en la confluencia organizada de numerosos mercaderes en una localidad, de posición geográfica estratégica, que permitía establecer tratos comerciales durante varios días y con periodicidad normalmente anual, coincidente con alguna fiesta local bajo la advocación de un santo patrón. Las autoridades jurisdiccionales laicas o religiosas, el ayuntamiento o el propio rey, les concedían protección física y una serie de garantías económicas (exenciones o rebajas de impuestos).
Tanto por razones de espacio como simbólicas, las ferias solían celebrarse a las puertas de las murallas, en explanadas abiertas que la expansión posterior de las ciudades terminó convirtiendo en plazas cerradas con edificios alrededor (la plaza del mercado). Muchas de ellas tenían una función comercial estable y la posterior expansión del núcleo urbano terminará convirtiendo en un punto céntrico de la ciudad.
El comercio marítimo
La verdadera expansión del comercio que permitió el nacimiento del capitalismo mercantilista se dio en el tráfico marítimo. El establecimiento de rutas marítimas estables, con una capacidad de carga notablemente mayor y una velocidad sobresalientemente superior a las terrestres, permitieron el comercio en ámbitos geográficos mucho más amplios.
Así, a partir del siglo XI se creó La Hansa o liga hanseática. La Hansa era una especie de federación semi-independiente de ciudades marítimas (la mayoría pertenecía al Sacro Imperio) que crearon rutas comerciales entre los puertos marítimos y fluviales del Báltico y del Mar del Norte, conectando territorios tan lejanos como Rusia con los ricos centros comerciales flamencos y alemanes. Esto permitó el impresionante desarrollo comercial del ciudades como Hamburgo, Lübeck, Danzing, Amberes, Londres, Estocolmo, Visby y muchos otros.
En todas estas ciudades se establecieron consulados comerciales de la Liga Hanseática. Los consulados eran instituciones jurídico-mercantiles, con funciones militares incluso, encargadas de la defensa de los asociados y de la resolución de litigios mercantiles. Sus actividades abarcaban desde la agrupación de comerciantes y armadores para la defensa del puerto hasta la resolución de litigios relacionados con el derecho de las mercancías, naves, rutas, puertos, sueldo de los marineros, seguros y naufragios. También se ocupaban de asegurar militarmente el tránsito de las naves por las rutas comerciales frecuentadas por piratas y corsarios.
En el Mediterráneo no se formó una liga política del estilo del la Hansa, sin embargo, en la Corona de Aragón se desarrollaron unas instituciones parecidas: los llamados Consulados del Mar. Esto permitió el contacto comercial entre las dos Europas: la Hanseática y la Aragonesa a través del puerto de Amberes.
Instrumentos de crédito ligados al comercio
Ligado al comercio a larga distancia, sobre todo marítimo, se inventan (o reintroducen) instrumentos jurídico-mercantiles para facilitar el mismo. Principalmente son los préstamos con interés, los contratos de seguros, los contratos de futuros y las letras de cambio.
El interés era la cantidad que se abonaba al prestamista para compensarlo por el uso que podría haber hecho con el dinero mientras estaba prestado.
Los babilonios habían desarrollado un sistema de seguros marítimos que después había sido adoptado por todos los mercaderes mediterráneos desde la antigüedad. Si un comerciante recibía un préstamo para financiar su cargamento, le pagaba al prestamista una suma adicional, a cambio de la garantía del mismo de cancelar el préstamo si este era robado o perdido en alta mar. Por otra parte, también aparecen los «seguros de vida» para asegurar el retorno de los capitanes y tripulaciones capturados por piratas. Estos instrumentos fueron reintroducidos durante la Baja Edad Media para hacer más segura potenciar la actividad comercial.
También aparecen los llamados contratos de futuros por los que se fija el precio al que se venderá un producto después de un determinado tiempo. Estos instrumentos funcionan como un tipo de seguro que garantiza un precio de venta a quien produce y también a quien compra.
Por último aparecen las llamadas letras de cambio que son documentos que eliminan la necesidad de acarrear físicamente el oro y la plata necesarios para el intercambio comercial. La letra es una orden escrita de un comerciante a un prestamista para que pague una determinada cantidad de dinero en un tiempo futuro a un tercero para saldar un intercambio comercial en otra ciudad. Las letras solían incluir el tipo de cambio de divisa de las monedas empleadas.
Estos instrumentos tenían la finalidad de proteger la actividad comercial. Pensemos que nn naufragio podía ser devastador: pérdida del barco, de la tripulación, de la mercancía transportada y del oro necesario para realizar las transacciones. La enorme utilidad de estos contratos hicieron que se popularizasen entre los comerciantes y prestamistas.
Un efecto colateral es que permitieron la expansión del dinero-crédito y del dinero-fiduciario de una forma muy intensa. Matizaremos estas cuestiones en otras entradas.
Referencias:
- El gremio.
- Las ferias.
- La Liga Hanseática.
- El Consulado del Mar.
- El contrato de seguro.
- La letra de cambio.
- La espiral de la energía
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