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La nobleza
Los bellatores o guerreros constituían la nobleza. Su función era la protección física y la defensa de todos ante las agresiones e injusticias. Estaba organizada piramidalmente desde el emperador, pasando por los reyes y descendiendo sin solución de continuidad hasta el último escudero.
Atendiendo a su rango, poder y riqueza, la nobleza se clasificaba en dos partes diferenciadas: alta nobleza (marqueses, condes y duques) y la baja nobleza o caballeros (barones, infanzones o hidalgos). Esta clasificación no es homogénea ya que varía según regiones y a lo largo del tiempo.
Los feudos de la alta nobleza tienen el tamaño de regiones o provincias. Era muy frecuente que los territorios no fuesen contiguos, sino que estuviesen muy repartidos y diseminados en enclaves.
Los feudos de la baja nobleza eran de escala municipal o inferior, o directamente no poseían feudos territoriales. En este caso vivían en los castillos de otros señores más importantes o en poblaciones en las que no ejercían jurisdicción pero sí regimiento. Es decir participaban en el gobierno municipal en representación de otro noble.
Para incentivar la repoblación o defensa de ciertas zonas, como ocurrió en el reino astur-leonés o con la formación del reino de Castilla, podían aparecer figuras mixtas. Así, el caballero villano era la persona libre que podía mantener con su propia explotación al menos un caballo de guerra y armarse y defenderse a sí mismo.
A finales de la Edad Media y en la Edad Moderna, la nobleza dejó de ejercer la función militar. Pero aducía sus privilegios estamentales para evitar el pago de impuestos y obtener ventajas sociales como el nombrameinto de cargos administrativos. Este fue el caso de los hidalgos españoles, que como no disponían de rentas suficientes para mantener el modo de vida nobiliario, corrían el peligro de perder su condición por contraer un matrimonio desigual o ganarse la vida trabajando.
El clero
Los oratores o clérigos formaban el clero, cuya función era facilitar la salvación espiritual de las almas inmortales.
Al igual que la nobleza se dividía en el alto clero (abades, obispos) y el bajo clero (sacerdotes de pueblo o los monjes y hermanos legos de un monasterio). Sin embargo había una diferencia con los bellatores. Existía una doble pirámide feudal también jerarquizada y centralizada en roma: la del clero secular y la del regular.
El clero secular controlaba la administración de sacramentos a la población, desde el nacimiento hasta la muerte. Esta pirámide se articulaba entorno a los obispos, cuyos poderes terrenales eran comparables a los de cualquier señor laico, y los sacerdotes adscritos a cada diócesis episcopal.
El clero regular vivía apartado del mundo y sometido a la regla monástica. Lógicamente se articulaba entorno a los abades y las órdenes religiosas. Existían dos tipos de abadías: las poseedores de grandes propiedades y las que no. Estas últimas dependían para su supervivencia de las limosnas de los fieles, y de algunos terrenos entregados por los señores del lugar para garantizar el sustento de la comunidad religiosa. Por este motivo se ensalza la figura de la limosna como deber fundamental para el creyente y camino para la salvación del alma.
Otros monasterios, por el contrario, poseían extensas propiedades y el abad actuaba como un señor feudal más. Nombraba caballeros con la misión de protección, o favorecían la creación de órdenes religioso-militares de gran poder, como los templarios.
Aunque entre el clero existía una cierta meritocracia intelectual, lo cual es lógico puesto que eran los únicos custodios del conocimiento y la cultura en una sociedad analfabeta, el diferente destino de los eclesiásticos venía determinado por su ascendencia social.
En principio se trataba de un estamento social más abierto que la nobleza, puesto que cualquier persona libre podía acceder pagando una cantidad de dinero o dote. La posición que ocupará cada uno en el seno de la Iglesia será proporcional a la dote entregada.
Los hijos de los señores aportarán cuantiosas sumas que garantizan un incremento patrimonial notable para el cabildo catedralicio o monasterio en el que se integran, y un rango alto de los donantes dentro del sistema. Serán éstos los que ocuparán más tarde los cargos obispales. Por el contrario, como no, los sacerdotes de pueblo y los hermanos legos de los monasterios serán los hijos de los campesinos y, en general, de los no privilegiados. Sus funciones, además de las religiosas, estarán limitadas al ora et labora.
Los tres votos monásticos del clero regular: pobreza, obediencia y castidad; así como el celibato eclesiástico que se fue imponiendo al clero secular, funcionaron como un eficaz mecanismo de vinculación entre nobleza y clero. Los hijos segundones de la nobleza ingresaban en el clero, manteniendo un elevado nivel de vida, para no disputar la herencia a los primogénitos, y así mantener concentrado el patrimonio familiar.
Este sistema garantizaba el mantenimiento del prestigio social de los privilegiados, asistiendo a misa en lugares destacados mientras vivían y enterrados en lugares principales de iglesias y catedrales cuando morían.
A pesar de todo la convivencia entre los estamentos privilegiados no siempre fue pacífica. Muchas veces la Iglesia era acusada de simonía (compraventa de cargos eclesiásticos) o nicolaísmo (nombramientos de cargos eclesiásticos interferidos por las autoridades civiles). Por otra parte, el Papa de Roma podía socavar la legitimidad de los gobernantes decretando su excomunión, lo que era considerado una muerte civil. Además, el Santo Padre tenía la facultad de eximir a un vasallo de la fidelidad debida a su señor y reivindicarla para sí mismo. Esto fue utilizado en varias ocasiones para la fundación de reinos que pasaban a ser vasallos del Papa. Por ejemplo, la independencia del reino de Portugal frente al reino de León.
El pueblo llano
El pueblo llano o tercer estado era el estamento no privilegiado formado por los laboratores. O sea, los que trabajan y mantienen a los dos estamentos superiores. En general se componía de los siervos de la gleba, los villanos y los burgueses. El desarrollo del comercio en las ciudades hizo que existiesen otros grupos sociales dentro de sus murallas: artesanos, mercaderes y proletariado urbano pobre.
La complejidad de este tercer estamento hará que la analicemos de forma más precisa en otros artículos posteriores.
Referencias:
- El feudalismo.
- La Edad Media.
- La renta feudal.
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