
La diversidad de los sistemas monetarios medievales hacía que la profesión de cambista no fuera sencilla en algunos momentos. Imagen vía http://emprendedoresminimalistas.com
Es lógico que surja esta duda, habida cuenta de que el sistema británico de pesos y monedas es, esencialmente, el vigente desde la Edad Media. Y como ellos se niegan a adoptar el sistema métrico decimal porque es difícil, necesariamente el suyo debe ser muchísimo más sencillo e intuitivo.
Comprobémoslo todos juntos.
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La libra carolingia
Carlomagno, el fundador de las monarquías francesa y alemana, y llamado por muchos «el padre de Europa», mandó crear el sistema monetario sobre el que se fundamentarían las sucesivas monedas que circularían por el Viejo Continente y alrededores en los siglos venideros.
La idea era disponer de una determinada cantidad de metal precioso estándar, a partir de la cual se establecerían sucesivas divisiones que se emplearían en la talla de monedas. Así, se empleó como base la libra, cuyo origen se remontaba al As libral romano. Cada libra de metal se dividía en otras unidades menores: marcos, sueldos y dineros (cuyo nombre deriva del denario romano).
En esta tabla se muestra la equivalencia carolingia entre las diferentes unidades de masa:
Equivalencia | Libra | Marco | Sueldo | Dinero |
---|---|---|---|---|
Libra | 1 | 2 | 20 | 240 |
Marco | 1/2 | 1 | 10 | 120 |
Sueldo | 1/20 | 1/10 | 1 | 12 |
Dinero | 1/240 | 1/120 | 1/12 | 1 |
Pero ¿se puede definir un estándar variable?
Pero en el mundo feudal la estandarización no era un ideal ampliamente perseguido. Así que, una vez puestos de acuerdo en los dineros que tenía una libra, cada territorio decidió que su libra contendría una cantidad diferente de metal.
Y de esta forma tan sencilla, se echó por tierra el trabajo unificador del Gran Carlomagno, hijo de Pipino, hijo de Carlos Martel, Rey bajo la Montaña… (¿eso no era del Hobbit?)
A lo que vamos. Cada territorio definió la masa de su libra (el estándar variable que decíamos antes). Así se crearon los diferentes sistemas monetarios europeos:
Libra | gramos | Comentario |
---|---|---|
Carlomagno | 489,60 | La libra carolingia es la original |
Tours | 446,00 | La libra tornesa se convirtió con el tiempo en el franco francés |
Troyes | 373,24 | La libra troy es la base del sistema británico de monedas |
Colonia | 467,71 | |
Viena | 561,32 | |
Portugal | 459,00 | |
Nápoles | 320,76 | |
Valencia | 468,00 | Valencia fue por esta época una plaza financiera de primer orden. Necesitábamos nuestra moneda y nuestro hecho diferencial |
Castilla | 460,00 | |
Cataluña | 400,00 | Con esta libra, cada sueldo tenía 20 g de metal. Los cambistas estaban de enhorabuena. |
Los datos provienen de la wikipedia. El de la libra carolingia es contradictorio aquí y aquí. No obstante esto sólo sirve para ilustrar la complejidad de estos sistemas de pesos.
Con la llegada del sistema métrico decimal a Europa, la cosa mejoró bastante. Sin embargo, los británicos continúan anclados a sus libras esterlinas que equivalen a 20 chelines (sueldos) o a 240 peniques (dineros). Dado que no adoran especialmente a Carlomagno, sólo cabe deducir que son muy persistentes en eso de llevar la contraria al resto del Continente.
Dinero real vs unidad de cuenta
Por si no fuera suficiente complicación, este sistema monetario de libras/marcos/sueldos/dineros no era real. Es decir, no existían necesariamente monedas de 1 dinero o de 1 sueldo (a veces sí, pero no era lo normal). Se trataba únicamente meras unidades de cuenta.
Entonces ¿con que se pagaban las transacciones? Cada príncipe acuñaba las monedas con la cantidad de metal que les parecía conveniente en función de sus circunstancias particulares.
Por ejemplo, Alfonso X de Castilla (apodado «el sabio»), allá por el siglo XIII, creó una moneda de oro llamada dobla basada en en la libra de colonia de forma que cada libra de oro contenía 100 doblas. Esto lo hizo porque pretendía intensificar sus relaciones comerciales con Europa y la moneda local, basada en los sistemas musulmanes de la península, tenía un tipo de cambio muy complicado en el Continente.
Otro coetáneo, Luis IX de Francia, a la vuelta de las cruzadas, hizo acuñar el escudo francés de oro y el gros de plata. El primero equivalía a una libra tornesa y el segundo a un dinero de Tours.
El sistema británico del siglo XIV está muy bien explicado por Juan Ramón Rallo en este enlace. Cita como ejemplo el florín de oro, que equivale a 6 chelines y el noble que equivale a 6 chelines y 8 peniques. Como todas las mercancías también tenían los precios marcados en chelines y peniques se podían realizar las transacciones de forma más o menos cómoda.
El resultado era que en una ciudad comercial como Génova convivían monedas de todo tipo y pelaje: escudos franceses, florines de Florencia, florines ingleses o florines valencianos, ducados cequinos de Venecia, Génova o Florencia, dirhams, doblas, excelentes y reales castellanos, cruzados (croats) barceloneses, todos ellos con un contenido en metal diferente.
Los cambistas
A estas alturas, queda fuera de toda duda que no habían sistemas monetarios sencillos y fáciles de interpretar. En resumen, no eran user friendly como las apps de hoy en día.
Lo razonable era inventar una profesión especializada en conocer el valor de las diferentes monedas que facilitase, por un justiprecio adecuado, su intercambio. Esos profesionales fueron los cambistas, que proliferaron por las principales plazas comerciales europeas de la Edad Media.
Para desarrollar su trabajo, debían conocer en profundidad los diferentes sistemas monetarios europeos y del norte de África, sus equivalencias en metal y tipos de cambio. Necesitaban, además, conocimientos de aritmética, contabilidad y caligrafía. Esto implicaba el acceso a la cultura y los situaba por encima del pueblo llano. También debían estar al día de los movimientos especulativos en el mercado de los metales preciosos, ya que a veces era mejor comprar metal en bruto y enviarlo a acuñar a la ceca que adquirirlo mediante cambios.
Obviamente, necesitaban corresponsales que les informasen de la actuación de las autoridades políticas de otras ciudades lejanas puesto que podían ocasionar quebrantos u oportunidades de negocio para aprovechar.
La mejor imagen del cambista la proporciona el pintor flamenco Quentin Massys en su famoso cuadro. Está claro que la cara de concentración se debe a todos los factores aquí enumerados más que a la avaricia atribuida, sin duda por personas envidiosas, a estos honrados profesionales.
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