
Amanecer en la Europa rural. Foto de Bill Davenport vía http://freeimages.com
Para hablar con más precisión, la parte económica del orden feudal fue la que desapareció de una forma más o menos rápida debido a las innovaciones en el campo de la economía financiera. A esto precisamente dediqué una serie de artículos sobre los cambios de moneda y la invención de la contabilidad por partida doble. Ambos desarrollos posibilitaron el nacimiento de la banca medieval y las sociedades mercantiles.
El resultado fue la expansión del comercio a nivel mundial propulsado por una incipiente economía financiera que tuvo sus focos principales en algunas populosas y ricas ciudades europeas: Génova, Venecia, Amberes y Lübeck.
Pero esto podría llevarnos a una idea equivocada de la realidad. Durante la Edad Moderna la parte social del orden feudal seguía viva y gozó de buena salud durante los siglos XVI y XVII. Y el dinamismo económico sólo se produjo en esas pocas ciudades comerciales. El resto del mundo tenía un carácter eminentemente rural.
De ese mundo principalmente rural de finales del siglo XVIII vamos a escribir ahora.
Índice del artículo
Otra vez la historia
Aprovechando un hueco entre todos los proyectos en los que estoy metido, voy a dejar de hablar de SEO y me voy a centrar en otro tema que también me interesa muchísimo. Por fin puedo escribir algo sobre historia.
Esta parte la he sacado principalmente del libro:
E. Hobsbawm “La era de la Revolucion 1789–1848” Ed. Crítica. Barcelona (2001)
Es una referencia imprescindible para entender el mundo de hoy en día. Os recomiendo su lecura.
La Edad Moderna europea
La Edad Moderna es el periodo histórico que transcurre entre la Caída de Constantinopla en 1453 (aunque también se toma la fecha del Descubrimiento de América en 1492) y la Revolución francesa en 1789 (o la guerra de independencia de los Estados Unidos en 1776).
Si durante la Edad Media estudiamos el sistema socio-económico feudal, durante la Edad Moderna examinaremos el Antiguo Régimen desde los puntos de vista social, económico y político. Estos tres ejes son los que desarrollaré en adelante.
El Antiguo Régimen: una sociedad rural
Al final de la Edad Moderna se daba la paradoja de que para la gente común, campesina y analfabeta, el mundo era muy muy pequeño. Pocas personas sabían lo que había más allá del lugar de nacimiento. Pero para las minorías ilustradas el mundo era muy grande. Los exploradores europeos habían cartografiado las costas de los continentes y habían recorrido los océanos del mundo.
El transporte de personas por tierra era lento y caro. El coste de mover mercancías era prohibitivo. La velocidad típica del movimiento era la de un carro tirado por mulas. Únicamente el correo y los carruajes de las personas pudientes eran algo más rápidos.
En cambio, el transporte por mar era más rápido, fácil y barato. Viajar a Sevilla desde Veracruz era mucho más sencillo que desde Valladolid. El único inconveniente del transporte marítimo era la intermitencia.
No habían periódicos salvo para un escaso número de lectores de clase media y alta. Las noticias eran difundidas por los viajeros y el sector móvil de la población: mercaderes, buhoneros, viajantes, artesanos, campesinos de la vendimia y soldados. También estaba la población vagabunda: gitanos, titiriteros, frailes mendicantes, peregrinos, contrabandistas, salteadores y bandoleros.
Este mundo era preponderantemente rural. En países como Rusia el 90–97% de la población era campesina. Y en regiones con tradición urbana como Lombardia o Venecia, la población rural oscilaba entre el 72 y el 80%.
La sociedad de la ciudad provinciana durante el Antiguo Régimen
Como he comentado antes, las prósperas ciudades comerciales, origen o destino de rutas comerciales de larga distancia, eran minoría. La ciudad típica era la pequeña ciudad provinciana.
La ciudad provinciana se orientaba hacia la comarca donde estaba ubicada. Vivía a expensas de los aldeanos de las cercanías. Sus clases media y profesional eran los comerciantes de cereales y ganado; y los mercaderes que adquirían y revendían los productos transformados artesanalmente que se elaboraban en las aldeas cercanas.
Los intercambios que se realizaban en el seno de la ciudad provinciana se caracterizaban por una relación directa entre el productor y el consumidor, y por la relación directa entre el artesano y su cliente de forma que el primero trabaja a sueldo directo del último. En resumen, artesanos y tenderos sólo truecan sus artículos manufacturados por los productos agrícolas de la comarca. No obstante, algunas de estas ciudades habían evolucionado para convertirse en centros manufactureros para mercados más amplios.
Formaban parte, también, de esas clases medias provincianas los abogados y notarios que llevaban los asuntos de los grandes propietarios, como los interminables litigios que forman parte de la explotación y posesión de la tierra. Y, por supuesto, estaban los representantes del gobierno, del señor o de la iglesia.
En este tipo de ciudades provincianas orientadas al campo, vivía la mayor parte de la nobleza de Europa. Su fuente de riqueza la constituía las rentas de sus fincas procedentes de un campesinado sumiso y respetuoso que trabaja exclusivamente para el propio consumo y el de sus señores.
La próxima semana hablaremos de cómo se dividía el mundo agrario europeo y de su zona de influencia desde el punto de vista de las relaciones de propiedad. Esta diferencia es clave para entender el porqué en ciertas zonas se desarrolló el capitalismo y nació la revolución industrial.
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